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La familia de Isabel Ballestero



Donde más libros vendo es en el pueblo que vive mi hermana, por ser allí precisamente donde estuvo mi padre de maestro hasta que se jubiló. Como éramos seis de familia, mi padre tenía que impartir clases por la mañana, tarde, repaso y nocturna y así poder llevar adelante a la familia, porque por aquel entonces los maestros ganaban muy poco. 

    

    Yo era la más pequeña de todos, así es que iba a la escuela de niñas. En dicha escuela, las maestras sólo nos daban clase por las mañanas, luego por las tardes había que llevar: tela, hilos, tijeras y dedal para aprender alguna labor; casi siempre bordábamos el punto de cruz. Mis amigas más amigas se encuentran allí, y aunque yo he vivido en varios lugares, siempre las he recordado y querido. Ahora es cuando más contacto tengo con ellas porque vivo cerca.
     
    Si he aprendido a escribir correctamente, se lo debo a mi padre, pues yo también asistía a sus clases de repaso como una alumna más, pero son sus alumnos quienes han destacado con sus brillantes carreras; una gran parte de ellos, y que aún hoy día lo recuerdan, también a mi madre. Tanto es así, que en su vejez le rindieron homenaje. Fue un acto muy emotivo porque el salón donde se desarrolló dicho acto, estaba lleno de gente del pueblo. Otro motivo por el cual mi padre se sentía orgulloso era el haber podido ganar: El Premio Nacional Luis María Sobredo en el curso escolar 1962-1963. Copio textualmente: “En virtud de su sobresaliente colaboración en la obra educativa.”
     
    Como he dicho anteriormente, son muy pocos los habitantes de ese pueblo que no tengan algún ejemplar mío, o varios, porque hay quien los tiene todos, que por lo visto les gusta mi forma de escribir, y ya me preguntan, ¿para cuándo piensas publicar el siguiente?