En
este escrito, os incluyo la continuación del texto de misterio que ya inicié
días pasados, deseando que os guste. En
dicho texto, el diálogo dice así:
“-Desde
luego, por probar que no quede. Las dos iremos después del desayuno.
-Traiga
también la figura del elefante para explicarle su mecanismo y utilidad.
-De
acuerdo, hasta mañana entonces –agrega Amanda.
Ella
piensa que es cosa del destino encontrar en plena calle la solución a sus
problemas, es una casualidad que le sorprende bastante, pero al saber que es
sanadora espiritual la tranquiliza.
A
las 11 de la mañana, madre e hija parten en dirección hacia la consulta de la
sanadora.
La
mujer nativa ya las estaba esperando. Cuando abre la puerta, se detecta un
ambiente relajante, huele a incienso y hay velas encendidas. Está lleno de
imágenes de la Virgen bajo distintas advocaciones, seguido de ángeles y santos,
aunque lo más llamativo es una cruz.
-¡Qué
cruz tan grande! –exclama Amanda.
-Es
una copia reducida de la verdadera cruz de Cristo hallada en Etiopía.
-¿Qué
religión practican aquí?
-La
musulmana y la cristiana, ambas son respetadas mutuamente.
Pamela
se siente sobrecogida mientras sujeta contra su pecho la figura del elefante,
porque nunca antes había visto nada igual.
-¡Tomen
asiento por favor! –les indica Tukay.
-Quiero
que sepa que a mi hija la hemos llevado al médico y después de hacerle una
revisión exhaustiva, nos ha dicho el doctor que no le encuentra nada; que esos
mareos pueden estar ocasionados por una mala alimentación, ya que los jóvenes
de hoy en día prefieren estar delgados. El doctor ha insistido en que si toma
una dieta equilibrada, su organismo se estabilizará y desaparecerán los mareos.
Ella ahora come bien, pero los mareos persisten.
-Lo
que tiene su hija es otra cosa –le asegura Tukay.
-¿Qué
es? – pregunta la madre, intrigada.”
Éste es
un pequeño resumen del tema de misterio, pero hay otros temas a lo largo de la novela que son igual
de interesantes.