De nuevo voy a seguir
transcribiendo otro fragmento de aventura que se encuentra en la novela: Una noche loca de verano,
deseando una vez más que sea de vuestro agrado. Dice así:
“Ana está sentada en la mesa
contigua, se acerca hasta su amiga y le pregunta:
-¿Váis a ir
vosotros en la expedición que sale del hotel?
-No,
pensamos ir por nuestra cuenta con un guía muy joven, pues él conoce muy bien
estos lugares.
-A Jorge no
le gustan ese tipo de excursiones, si no os molesta yo iré con vosotros.
-De acuerdo,
pero hay que madrugar, saldremos a las seis de la mañana.
-Seré
puntual –contesta Ana.
-Otra que se
quiere unir a nuestro safari privado. Teniendo como tiene tanta fortuna, si hay un tesoro, podría
aumentar más su riqueza y, se va a sorprender porque yo no pienso contarle
nada; por otra parte, tampoco me puedo negar y decirle que no venga. Ya veremos
en qué queda esta aventura –piensa Amanda.
A las cinco
de la madrugada suena el despertador, todos se levantan y se preparan para ir
de aventura.
-Ana, ¿ya
estás lista?
-Sí, espera
que coja mi cámara de vídeo.
Aunque la
distancia no queda lejos, sí su trayectoria, ya que sus caminos son escabrosos.
Los
ocupantes del jeep se sientan de la siguiente manera: en primer lugar el
conductor y el guía, las niñas en el centro y detrás las dos amigas. Cada cual
conversa con el de al lado.
Las dos
amigas tienen algo pendiente de qué hablar, Ana cree que es un buen momento y
le susurra al oído:
-Conu es
venezolano y…
-Pssst,
silencio, no digas nada de eso aquí, haz el favor.
-Está bien,
ya hablaremos en otra ocasión –le responde Ana.
Mientras
tanto Amanda piensa:
-Otra de sus
mentiras, ahora resulta que es venezolano. Ese chico está chiflado.”
Por hoy, ya
es suficiente, otro día ya os seguiré contando más, sobre este tema u otro.
Hasta pronto.