Como ya se
acerca la Navidad, voy a intentar hacer una pequeña reflexión personal acerca
del ambiente navideño que se detecta en esta época del año, y que es la
siguiente:
-Propaganda
televisiva.
-Loterías.
-Misivas.
-Postales.
-Juguetes.
-Turrones.
-Cavas.
-Bombones.
-Ordenadores.
-Móviles.
-Flor de
pascua.
-Joyas.
-Las doce
campanadas.
-Las doce
uvas de la suerte.
-Abrazos y
besos.
-Felicitaciones.
-Buenos
deseos.
-Árboles de
Navidad.
-Belenes.
-Regalos.
-Misa del
gallo.
-Papá Noël.
-Reyes
Magos.
-Llamadas a
móvil y a fijo.
-Castillos
artificiales.
-Luces.
-Villancicos.
-Grandes
corales.
-Deliciosos
manjares.
-Ambiente
comercial: lleno total.
-Ambiente
espiritual: buscar la paz interior.
-Ambiente
familiar: La inmensa mayoría se reúne con su gente.
-Ambiente
mundial (ecológico): calentamiento del planeta, y sus consecuencias.
-Ambiente en
hospitales: mucha gente sufre distintos males, el peor de todos es el
abandono
de los mayores.
-Ambiente
socioeconómico: desigualdad; los ricos son más ricos y los pobres son más
pobres.
-Ambiente
político: Cada cual va por su lado.
Y así podría
continuar...
La Navidad
nos brinda la ocasión de mejorar en todos los aspectos de nuestra vida. Es como
una válvula de escape, o un paréntesis lleno de posibilidades. Aire renovador y
esperanzador, que se aspira y llena nuestro interior de buena voluntad. Sólo
nos falta la fortaleza para llevarla a cabo.
En nuestra
sociedad actual, conociendo a fondo la crisis, si algo hay que valorar, entre
otras cosas, es ese voluntariado de jóvenes, capaces de dedicar su tiempo a
servir y cuidar a quienes lo necesitan, incluso lejos del hogar y de su familia.
Está ocurriendo ahora, y lo sabemos, pero eso no es noticia. A los medios sólo
les interesan las cosas desagradables, las que nos encogen el corazón, cuando
hay catástrofes, accidentes y algo más, pues es lo que hace aumentar las ventas
y la audiencia.
Si se
invirtiese la fórmula, este mundo cambiaría, ya que siempre se ha dicho que, de
lo que se ve, se aprende; no cabe la menor duda.