Aquí en
Valencia, cuando llega Pascua, es costumbre salir al campo, o a la playa a
comer bajo la sombra de los árboles o bajo la sombrilla, cargados con las
cestas de la comida y merienda.
Los
matrimonios jóvenes van con sus niños a pasárselo lo mejor que pueden. Se ve
gente por todas partes, porque los más mayores también salen, aunque sólo sea a
merendar, y entre todos se forma una gran algarabía.
Los padres
de los niños, preparan con ilusión una cometa para que vuele lo más alto
posible, aunque todo depende del viento que haga, y hace falta que éste sea
fuerte, porque si no, la cometa no sube. Los niños contemplan a sus padres, y ven
que sube con éxito, con lo cual, se impacientan y quieren manejarla ellos, el padre
accede, pero les indica:
-Sujeta la
cuerda bien, no se te vaya a escapar, y luego, ve tirando de la cuerda y
soltando, verás cómo sube más alta.
Pero el niño
queda embelesado, viendo que su cometa está más alta que ninguna, pues con
tanta emoción, queda quieto, con lo cual, la cometa cae en picado, con tan mala
fortuna, que se ha enredado entre las ramas de los árboles, y es entonces
cuando el pequeño empieza a llorar a todo pulmón.
Nuevamente
el padre sale a ver qué se puede hacer, está un buen rato peleando para ver si
la puede desenredar, pero es imposible no hay solución.
Por otro
lado, la madre grita diciendo:
-Ven a
comerte la mona, que ya es hora de merendar. No ves que tus amigos ya están
terminando.
La mona es
una merienda especial para los niños, se le da la forma de diferentes animales
y lleva un huevo duro, teñido de colores. También se
le llama mona o panquemao a algo sublime y tradicional que sólo los hornos de
Alberic confeccionan durante todo el año, pero en estas fechas con mayor intensidad,
tanto, que se ven largas colas para poderlos conseguir.
Yo tengo la
suerte y la fortuna de poder decir con orgullo, que vivo en este pueblo donde estos
días se disfruta del ambiente con olor de panquemao que sale de los hornos, y
el perfume del azahar.