“Han pensado
ir juntos a una pista de hielo. Con los patines nuestro amigo es un as, hay que
ver cómo los domina. Baila un vals fenomenal. Aquí sí que se está divirtiendo.
La cocina es
italiana. La suerte que tiene es que le gusta todo; los macarrones, los
raviolis, los espaguetis…
Mirta le
pregunta al gallo Kiriko:
-¿Sabes
cuántas clases de queso hay en Suiza?
-No, no lo
sé.
-¡Pues hay
más de trescientas clases!
-¡Interesante!
–responde el gallo Kiriko.
Mirta le
mira a los ojos y le pregunta:
-¿Cuándo te
vas?
-Pasado
mañana.
-¿Me
escribirás?
-¡Todos los
días!
-Me conformo
con que lo hagas de vez en cuando.
-Lo bueno de
todo esto es que vine sin saber nada de francés y me voy sabiendo bastante, y
todo gracias a ti.
Se cogen de
la mano y juntos recorren su paseo habitual.
El deseo de
Mirta es ir al aeropuerto a despedirle. Le regala una caja de selectos y
exquisitos bombones.
Desde la
escalera del avión, nuestro amigo se despide de la ardilla Mirta. Han acordado
verse en las próximas vacaciones, pero eso sí, sin los esquíes.”
Espero y
deseo que este cuento del gallo Kiriko, os haya gustado. Uno de tantos de mi
colección, elegido al azar.
Como ya he
dicho en otras ocasiones, en mi niñez, era uno de mis personajes favoritos, con
lo cual, ahora yo tengo el gusto de presentaros el mío propio.
Hace pocos
días, escuché decir en televisión, que en la feria del libro, celebrada en
Madrid, han suprimido la violencia que generaba la lectura de nuestros cuentos
tradicionales, como: La Cenicienta, Blancanieves, Pulgarcito… Yo estoy
completamente de acuerdo, no debe de haber violencia en los cuentos infantiles
porque los niños son muy receptivos.
Si sólo
fuera en los cuentos, el problema se acabaría atajando la violencia en la
narrativa infantil, pero no es suficiente, porque los niños ven televisión; en
los telediarios hay una gran dosis de violencia y a tiempo real.
Pero donde
más se quedan enganchados los niños es en las maquinitas con unos vídeos de juegos violentos.